Aunque en muchas ocasiones se utilizan como una forma de diversión, en otras, pueden tener connotaciones negativas debido a su rápida divulgación, ya que se puede utilizar con una intención diferente a la deseada. La manera de comunicarse entre los jóvenes está cambiando. Según el último informe de Qustodio, los menores españoles pasan cada vez menos tiempo en las aplicaciones de comunicación convencionales. En el último año, su uso ha disminuido un 12%
El lenguaje en las redes sociales puede llegar a ser muy particular, desde siglas como AKA (Also Known As) hasta nuevas expresiones como sco pa tu manaa, frase que se utilizó como una forma de pedir opinión a los usuarios.
Sin embargo, en la actualidad uno de los fenómenos comunicativos más populares entre los menores es el «meme». Este concepto se entiende como una broma, chiste o contenido memorable que se extiende de forma viral, normalmente a partir de una imagen y acompañado por un texto ingenioso.
Para Gloria R. Ben, psicóloga experta de Qustodio, su popularidad se debe a «su forma de comunicación rápida, creativa, fácil de entender y con humor. Los jóvenes los utilizan como si fuera su propio lenguaje». Además, añade que «son una buena guía para dejar volar la creatividad. Son una manera de expresar las ideas que tienen en la cabeza sin necesidad de filtros, lo que les aporta mayor seguridad a la hora de expresarse y dar sus opiniones sin miedo».
Por otro lado, la manera en la que se relacionan los jóvenes está cambiando. De hecho, según el último informe de Qustodio, plataforma líder en seguridad online y bienestar digital para familias, ‘Nacer en la era digital: La generación de la IA’, los menores españoles pasan cada vez menos tiempo en las aplicaciones de comunicación convencionales como es WhatsApp. En 2023, su uso ha disminuido un 12%, pasando de 24 a 21 minutos diarios, tiempo que, si se compara con la hora que pasan en redes sociales, es bastante reducido. Además, en los últimos años se ha pasado de una comunicación más personal y verbal a una escrita y a distancia gracias a las plataformas digitales. La comunicación actual de los jóvenes se basa más en contenido multimedia, fotos, vídeos, emoticonos… Es por ello por lo que los memes triunfan tanto entre los menores.
La otra cara del meme: ¿qué efectos negativos puede tener?
Aunque, en muchas ocasiones, los memes se utilizan como una forma de diversión, en otras, pueden tener connotaciones negativas. Al compartirse normalmente a través de una pantalla se puede generar un aumento de «valentía» a la hora de expresar cualquier cosa, lo que puede dar lugar a un mal entendimiento de la crítica. Gloria R. Ben explica que «a veces el humor y la creación de los memes cruzan barreras controvertidas, utilizando situaciones sociales o personales dramáticas y compartiéndolas en tono humorístico, aspecto que se debería de controlar y, sobre todo, educar para que no suceda».
La psicóloga experta de Qustodio concluye que «la rápida divulgación que se produce a través de internet puede dar lugar a que una gracia que se hace a un amigo o persona conocida se propague rápidamente a muchas personas que pueden no utilizar ese meme con la intención con la que se ha creado. Si se trabaja la inteligencia emocional y se potencia la empatía de los más pequeños, serán capaces de entender que lo divertido tiene que ser divertido para todos».
Fuente Comunicae